Educar: Un placer

Fue el día de las vacaciones de Navidad de hace algunos cursos. Una de las monitoras del comedor enfermó esa misma mañana y me tocó echar una mano para atender a los niños en su última comida del trimestre. Cuando serví el pan (o puede que fuera un vaso de agua o un plato) a Emiliany, una de las pequeñas de primero, dominicana, me dio las gracias y yo contesté con un “de nada” rutinario. Me sorprendió que la chiquilla, por lo general tímida y poco habladora, me respondiera con seriedad “no se dice de nada”. Entonces me detuve y le pregunté intrigado qué era lo que se tenía que decir. Y ella me contestó con toda la naturalidad de sus seis años, “un placer”.

Han pasado varios años y desde entonces atesoro esta anécdota que en su momento me emocionó profundamente y que he contado en numerosas ocasiones. Que también me ha hecho pensar. Para darme cuenta de cuánto podemos aprender de nuestros niños si permanecemos atentos a sus manifestaciones. Para valorar la aportación del alumnado de origen extranjero: su capacidad de adaptación a las nuevas realidades, con frecuencia difíciles, de su país de acogida, los acentos y expresiones con que enriquecen el español (nuestro idioma común, en el caso de los que proceden de la América de habla hispana), sus modales de educación y cortesía que embellecen las relaciones personales de la escuela…

Gracias, Emiliany, por tu enseñanza de aquel lejano día de diciembre (gracias también a todos tus compañeros por concedernos el privilegio de desempeñar la gran responsabilidad de participar en vuestra educación: es un verdadero placer).

Diego Gutiérrez del Valle (gdelvalle@educantabria.es). Es maestro, director del CEIP Ramón Pelayo y miembro del equipo de redacción de la revista de literatura infantil y juvenil Peonza.