«Educación 2050, retos para la educación que queremos»
En la última sesión del ciclo "La educación que queremos", impulsado por la Fundación Botín y la Fundación Jesuitas Educación, nos atrevimos a mirar al futuro con perspectiva: imaginar la educación del año 2050. La sesión fue moderada por Juan Núñez, pedagogo y socio director de OTBInnova, y contó con la participación de Ricardo Labarga, director general de Dell Technologies España, y Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación en la Fundación Cotec. Dos voces expertas, desde la tecnología y la política educativa, nos ayudaron a trazar escenarios plausibles y deseables para la escuela del futuro.
Tendencias globales: tecnología, desigualdad y democracia en juego
Ainara Zubillaga situó el debate educativo en el contexto de las grandes transformaciones globales: crisis climática, retos energéticos, movimientos migratorios y el debilitamiento de la democracia. "Estamos asistiendo a retrocesos que ponen en riesgo la convivencia, y esto también tiene impacto en la escuela. La educación debe responder a la desigualdad creciente y recuperar su papel como espacio de cohesión social", afirmó.
Ricardo Labarga, desde la perspectiva tecnológica, advirtió sobre la aceleración digital: "Hace solo 30 años no sabíamos lo que era internet. Hoy nos enfrentamos a un futuro donde el 85% de los trabajos aún no existen. La educación debe preparar para lo desconocido, y eso implica flexibilidad, pensamiento crítico y ética". Para él, la tecnología solo tiene sentido como herramienta al servicio del bienestar humano: "No es un fin en sí mismo. Debemos gobernarla desde valores sólidos".
De los datos a la equidad: claves del futuro educativo
Ainara Zubillaga desarrolló tres claves fundamentales. La primera: avanzar hacia enfoques competenciales que rompan con la estructura tradicional de asignaturas y tiempos fijos. La segunda: integrar los ámbitos formal, no formal e informal, reconociendo que el aprendizaje también ocurre fuera del aula. Y la tercera: fortalecer los liderazgos escolares para tejer redes de innovación entre centros educativos.
Ricardo Labarga profundizó en el uso del Big Data como motor de personalización educativa. Compartió experiencias en La Rioja donde se recopilan datos del rendimiento estudiantil en plataformas digitales: "Esto permite detectar patrones, prevenir el abandono escolar y adaptar las herramientas al momento más eficaz del aprendizaje. Pero el dato no reemplaza al docente. Es el profesor quien debe interpretar y decidir".
Ambos coincidieron en que el reto no es digitalizar por digitalizar. Zubillaga fue tajante: "Hay que acompañar los procesos con pedagogía y evidencia. No basta con comprar dispositivos. Debemos preguntarnos: ¿qué mejora aporta esta tecnología al aprendizaje?".
Tecnología con alma, escuelas con sentido
La conversación abordó también los riesgos y oportunidades del metaverso, la inteligencia artificial y la robótica. Labarga reconoció su potencial, pero advirtió: "Si el metaverso se convierte en un refugio para escapar de la realidad, puede ser adictivo y alienante. Debemos evitar que reemplace las relaciones reales". Sobre la IA, defendió su uso ético: "Puede ayudar a tomar decisiones educativas más informadas, pero la última palabra siempre la debe tener el ser humano".
Zubillaga subrayó que la verdadera innovación será la que mantenga en el centro al alumno y al profesor: "Los docentes no son transmisores de contenidos, sino facilitadores del crecimiento humano. Y eso ninguna máquina puede replicarlo".
Compromisos para el futuro: voz joven en primera línea
La sesión concluyó con una serie de compromisos expresados por jóvenes que han participado en el ciclo. Marta, estudiante de Educación Primaria, defendió la necesidad de "exigencia y acompañamiento" en un sistema que fomente el esfuerzo sin abandonar a nadie. Alba, docente de FP Básica, habló del valor de generar vínculos significativos: "El aula debe ser un espacio seguro para crecer como personas y como estudiantes".
Jaime, también docente, apeló a la inversión en educación como condición para evitar futuros indeseables: "Antes de preguntarnos cómo debe acompañar la educación a los niños y niñas, debemos asegurarnos de que acompaña a todos".
Belén, estudiante de Medicina, cerró con una reflexión profunda: "El compromiso de mi generación debe nacer desde la vocación, desde aquello que nos emociona. Solo así podremos construir una red diversa al servicio de la sociedad. Debemos educar la sensibilidad y aprender a ver lo que ya funciona, para transformarlo y hacerlo crecer".
Conclusión: imaginar el futuro es educar el presente
Esta sesión nos deja una certeza: pensar el futuro es un acto profundamente presente. La educación del 2050 no se improvisa, se diseña desde hoy. Y hacerlo con equidad, humanidad y compromiso colectivo es el gran reto compartido. En este proceso, la voz de los jóvenes no es solo importante: es imprescindible.